martes, 6 de diciembre de 2011

¿Cómo amar y no morir en el intento?

Primero debemos preguntarnos ¿Es posible amar sin equivocarnos tanto? La respuesta es sí, es posible, pero no es fácil, debemos cambiar nuestra creencia de que para amar de verdad debemos sufrir y comenzar a pensar en un amor renovado y saludable.
Si te encuentras actualmente con alguien que no te quiere, y te lo dice sin tapujos, y no ve la hora de irse o que te vayas. Pero tu sigues ahí, esperando el milagro que no llega y soportando un rechazo que no te da tregua.
Lo primero que debes hacer si ya no te quieren, es aprender a perder y retirate, no hay nada que puedas hacer o decir, ya las palabras no bastan, nada importa, solo debes alejarte, y consevar lo único que te queda, tu dignidad.

La sorpresa del abandono
No creemos que algo así pueda ocurrirnos. ¿Quién lo piensa? ¿Quién se imagina que, de pronto, la persona que amamos nos da la mala noticia de que ya no siente nada o muy poco por nosotros? Nadie está preparado y por eso la mente ignora los datos: A veces siento que está más distante, que ya no me mira como antes, deben de ser imaginaciones mías. Pero un día cualquiera, tu pareja te dice que quiere hablar contigo y con una seriedad poco habitual y una mirada desconocida, te lo suelta a quemarropa: Ya no te quiero, ya no quiero que estemos juntos, es mejor para los dos... En realidad tiene razón: es mejor para los dos, ya que ¿para qué estar con alguien que no te ama? o ¿para qué estar con alguien a quien no amas? Pero no sirve de consuelo, de nada te sirve la «lógica», porque había metas, sueños, proyectos... La ruptura no es un acto administrativo y duele hasta el alma, no importa cómo te la empaqueten.

Luego viene el siguiente e inevitable sentimiento de colapso y aturdimiento
Una vez que te enteras, todo ocurre muy rápido y en el lapso de unos minutos pasas por una montaña rusa emocional. Después del impacto que genera la noticia, la angustia te hace preguntar estupideces: ¿Estás totalmente seguro? ¿Lo has pensado bien? En realidad, ¿qué más puede hacer uno sino preguntar o llorar? No obstante, el organismo insiste y una esperanza cogida por los pelos, tan lánguida como imposible, te hace especialmente ingenua: ¿Lo has pensado bien?... ¿No quieres tomarte un tiempo?...¡Como si fuera cuestión de tiempo! Y la respuesta llega como una ráfaga helada: No, no, lo he pensado bien... En algún momento echas mano a la manipulación: ¡No te importa hacerme daño! o ¿Y si te arrepientes? Silencio. No hay mucho que responder ni mucho más que agregar, eso es lo que quiere. Otra vez el llanto... La crisis va en ascenso y te da la sensación de que vas a estallar, sobre todo porque te das cuenta de que no miente. ¿Habrá algo más insoportable que la seguridad de quien nos deja?
Y de pronto se nos viene la pregunta inevitable ¿porqué dejo de amarme?
Algunas posibilidades: hay otra persona, quiere reinventarse y para eso necesita estar solo (tú serías un estorbo) o, simplemente, y ésta es la peor: el sentimiento se ha apagado sin razón ni motivos especiales.
Un hombre me decía entre lamentos: Lo que lo hace más cruel, lo que más me duele, aunque parezca absurdo, ¡es que no me ha dejado por nadie!... Nada le impide estar conmigo, sino ella misma...Y es verdad, un desamor sin razones objetivas es más difícil de sobrellevar porque la conclusión no se asimila fácilmente: Si no hay nada externo, ni amantes, ni crisis, ni una enfermedad... no cabe duda: ¡el problema soy yo!
Y luego, el repaso histórico
En el que se busca hasta el más mínimo error o se inventa: lo que hemos hecho mal, lo que podríamos haber hecho y no hicimos, los defectos que deberíamos mejorar (si se nos brindara otra oportunidad)... en fin, todo lo personal es rigurosamente examinado.


 

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