martes, 6 de diciembre de 2011

¿ME ACEPTARÍAS NUEVAMENTE SI PROMETO CAMBIAR?

Una fuerza desconocida te lleva a pensar que eres capaz de hacer un cambio extremo en tu persona y reconquistar el amor perdido (crees sinceramente que, donde hubo un romance tan maravilloso, alguna cosa debe quedar). Le cuentas la buena nueva a tu ex, le juras que tendrá a su lado una persona renovada y te haces un haraquiri emocional en su presencia, pero vuelves a encontrarte con el silencio aterrador de antes. Como último recurso te inventas un optimismo de segunda: Quizá mañana cambie de parecer, quizá mañana despierte de su letargo. Y como al otro día no pasa nada, decides esperar un poco más, y así pasan las horas, los días... Al mes, has adelgazado cinco kilos y él o ella se mantiene firme en su decisión. Una vez más: ya no te quiere. Es una realidad y te niegas a aceptarla.

Y cuando todo parece acabado, te sacas un as de la manga. Desde tu más tierna infancia te han enseñado que nunca había que darse por vencido y que debemos luchar por lo que consideramos justo y valioso, así que decides llevar acabo una reconquista. Pero, a cada intento, te humillas y el rechazo se confirma. Pensar que las cosas que hacemos por amor nunca son ridículas es un invento de los que se profesan afecto: el amor te doblega, hace que te arrastres y, si te descuidas, acaba contigo. Con el paso de los días, a medida que el abandono se hace evidente, tu autoestima va para abajo. Uno no puede lidiar solo, quijotescamente, contra el desamor de la pareja e intentar salvar la relación. Se necesitan dos personas, dos ganas, dos necesidades, dos que quieran querer.
Cuando verdaderamente ya no te aman, con independencia de las razones y causas posibles, hay que deponer el espíritu guerrero y no librarse a una batalla inútil y desgarradora. Luchar por un amor imposible, nuevo o viejo, deja muchas secuelas. Mejor sufrir la pérdida de una vez que someterse a una incertidumbre sostenida y cruel; mejor un realismo desconsolador que la fe que ignora razones, que nunca mueve montañas.
¿Hay otra persona?
Si tu pareja es infiel, te convertirás en un obstáculo para sus planes: el desamor que sienta por ti no será ni tan limpio ni tan honesto. Querrá quitarte de en medio para seguir libremente con su amante. Es cuestión de espacio: Otra persona ha entrado en mi corazón y ya no cabes tú. No se trata de alejamiento transitorio, sino de exclusión y a veces de desprecio. También existe otra posibilidad que le agrega más dolor y desconcierto al que ya tienes: no sólo te deja a un lado porque hay alguien más, sino que te culpa directamente por lo ocurrido.
En lo más profundo de tu ser sabes que deberías alegrarte de que semejante personaje se haya ido de tu vida, pero la dignidad suele doblegarse ante la avalancha de interrogantes motivados por el despecho y el apego: ¿Por qué a mí?, ¿Qué tiene el otro o la otra que yo no tenga?, ¿Desde cuándo me es infiel?, ¿Es mayor que yo, tiene más dinero, es más atractiva?. Las ganas de escarbar y meterse uno mismo el dedo en la llaga tienen mucho de masoquismo y bastante de desesperación. El cómo, cuándo y dónde no pesan tanto como qué te hizo. Lo que importa es que fue infiel y no te quiere; lo otro es secundario o una forma de alimentar el morbo. ¿Realmente esperas que el universo, en su infinita bondad, te devuelva a tu pareja en perfecto estado, como si nada hubiera pasado? Los milagros amorosos y las resurrecciones afectivas son pura superstición: cuando el amor se acaba, hay que enterrarlo.
Lo bueno
Es el lado feliz del despecho, la pérdida que merece festejarse. Quién lo iba decir: hay veces en que el desamor del otro nos quita el peso de la incertidumbre: ¡ya no tendrás que deshojar margaritas! ¡Se acabaron las indagaciones y las pesquisas existenciales! Hay dudas dolorosas que la certeza calma.
Una paciente me comentaba: Ya no estaba segura de si él me quería y durante meses traté de descifrar sus sentimientos... ¡Cuánto sufrí...! Pasaba de la ilusión a la desilusión en un instante... Y es curioso, cuando me dijo que quería separarse, sentí alivio. ¿Cómo no sentirlo? ¿Cómo no reconocer que el sufrimiento de ver las cosas como son, crudamente, conlleva algo de bienestar?: ¡Ya sé a qué atenerme!

Propuestas para no morir de amor, cuando no te quieren. Como consuelo, he conocido infinidad de personas que fueron abandonadas y con el tiempo terminaron agradeciendo la ruptura porque encontraron a alguien mejor para ellos. Piensa en los amores que han pasado por tu vida, en lo que representaron en su momento, en aquella adolescencia ciega y frenética de amor y míralo ahora con la perspectiva que dan los años. ¿Te provocan algún impulso irrefrenable, algún sentimiento desbordado: te agitan, te mueven, te angustian? No, ¿verdad? La memoria emocional ha dado paso a una memoria más conceptual, fría y adaptativa. Muchos de esos recuerdos no pasan de ser una anécdota, elementos de tu historia personal y parte de tu currículum vítae afectivo. ¡Y habrías hecho cualquier cosa para mantener esas relaciones! En su momento, pensabas y sentías que morirías en cada adiós o por cada amor no correspondido, pero actualmente no te hacen ni cosquillas. Pues lo mismo ocurrirá con la persona que hoy ha dejado de amarte: será un recuerdo más, cada vez más aséptico y distante. A medida que el tiempo transcurra y empieces a vivir tu vida, llegará la calma.


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¿Cómo amar y no morir en el intento?

Primero debemos preguntarnos ¿Es posible amar sin equivocarnos tanto? La respuesta es sí, es posible, pero no es fácil, debemos cambiar nuestra creencia de que para amar de verdad debemos sufrir y comenzar a pensar en un amor renovado y saludable.
Si te encuentras actualmente con alguien que no te quiere, y te lo dice sin tapujos, y no ve la hora de irse o que te vayas. Pero tu sigues ahí, esperando el milagro que no llega y soportando un rechazo que no te da tregua.
Lo primero que debes hacer si ya no te quieren, es aprender a perder y retirate, no hay nada que puedas hacer o decir, ya las palabras no bastan, nada importa, solo debes alejarte, y consevar lo único que te queda, tu dignidad.

La sorpresa del abandono
No creemos que algo así pueda ocurrirnos. ¿Quién lo piensa? ¿Quién se imagina que, de pronto, la persona que amamos nos da la mala noticia de que ya no siente nada o muy poco por nosotros? Nadie está preparado y por eso la mente ignora los datos: A veces siento que está más distante, que ya no me mira como antes, deben de ser imaginaciones mías. Pero un día cualquiera, tu pareja te dice que quiere hablar contigo y con una seriedad poco habitual y una mirada desconocida, te lo suelta a quemarropa: Ya no te quiero, ya no quiero que estemos juntos, es mejor para los dos... En realidad tiene razón: es mejor para los dos, ya que ¿para qué estar con alguien que no te ama? o ¿para qué estar con alguien a quien no amas? Pero no sirve de consuelo, de nada te sirve la «lógica», porque había metas, sueños, proyectos... La ruptura no es un acto administrativo y duele hasta el alma, no importa cómo te la empaqueten.

Luego viene el siguiente e inevitable sentimiento de colapso y aturdimiento
Una vez que te enteras, todo ocurre muy rápido y en el lapso de unos minutos pasas por una montaña rusa emocional. Después del impacto que genera la noticia, la angustia te hace preguntar estupideces: ¿Estás totalmente seguro? ¿Lo has pensado bien? En realidad, ¿qué más puede hacer uno sino preguntar o llorar? No obstante, el organismo insiste y una esperanza cogida por los pelos, tan lánguida como imposible, te hace especialmente ingenua: ¿Lo has pensado bien?... ¿No quieres tomarte un tiempo?...¡Como si fuera cuestión de tiempo! Y la respuesta llega como una ráfaga helada: No, no, lo he pensado bien... En algún momento echas mano a la manipulación: ¡No te importa hacerme daño! o ¿Y si te arrepientes? Silencio. No hay mucho que responder ni mucho más que agregar, eso es lo que quiere. Otra vez el llanto... La crisis va en ascenso y te da la sensación de que vas a estallar, sobre todo porque te das cuenta de que no miente. ¿Habrá algo más insoportable que la seguridad de quien nos deja?
Y de pronto se nos viene la pregunta inevitable ¿porqué dejo de amarme?
Algunas posibilidades: hay otra persona, quiere reinventarse y para eso necesita estar solo (tú serías un estorbo) o, simplemente, y ésta es la peor: el sentimiento se ha apagado sin razón ni motivos especiales.
Un hombre me decía entre lamentos: Lo que lo hace más cruel, lo que más me duele, aunque parezca absurdo, ¡es que no me ha dejado por nadie!... Nada le impide estar conmigo, sino ella misma...Y es verdad, un desamor sin razones objetivas es más difícil de sobrellevar porque la conclusión no se asimila fácilmente: Si no hay nada externo, ni amantes, ni crisis, ni una enfermedad... no cabe duda: ¡el problema soy yo!
Y luego, el repaso histórico
En el que se busca hasta el más mínimo error o se inventa: lo que hemos hecho mal, lo que podríamos haber hecho y no hicimos, los defectos que deberíamos mejorar (si se nos brindara otra oportunidad)... en fin, todo lo personal es rigurosamente examinado.


 

lunes, 5 de diciembre de 2011

¿Porqué nos duele tanto el amor?

Cada día observamos a través de los medios diversas versiones del amor, sin embargo, suele ser el amor de pareja, "el amor apasionado" el causante de todas nuestras felicidades mas intensas, y de nuestras penas mas dolorosas, pero ¿porqué hasta la relación mas hermosa y perfecta nos termina doliendo inmensamente? Existen muchas respuestas y mitos, pero la cosa es simple, ese dulce e inevitable dolor que cargamos como una cruz es simplemente causa de nuestra decisión de no aprender a amar de una manera inteligente.
Hay quienes se quitan la vida o se la quitan a su pareja, y también están los que se agotan y van secandose como hojas en pleno otoño, porque el amor les pide demasiado; tiempo, cuidados, belleza, dinero, cambios de todo tipo, pero ¿para qué un amor así? Esa es la verdad, no todos nos fortalecemos y desarrollamos nuestro potencial humano a través del amor, muchos se debilitan, y dejan de ser ellos mismos en el afán de querer mantener una relación tan irracional como angustiante. Hay que vivir el amor y no morir por su culpa, amar no es un acto masoquista donde debes dejar de ser tú y transformarte en un ser humillado bajo el yugo de otra persona... Morir de amor no es irremediable, contrariamente a lo que dicen los romanticos extremos, las relaciones afectivas que valen la pena y alegran nuestra existencia son aquellas en las cuales hemos coincidido con una persona, mental y emocionalmente, es una suerte, una sintonía asombrosa y casi siempre inexplicable. Amar es alegrarse, sorprenderse, quedar atónito ante un clic que se produce con alguien que no estaba en tus planes, de ahi la clásica pregunta ¿dónde estabas antes de que te encontrara? Amar es vivir más y mejor, el amor no es enfermizo, el amor es sano, en el no cabe la resignación, ni el martirio, y si tienes que anularte o destruirte para que tu pareja sea felíz, estas con la persona equivocada.